¿Qué ES MEJOR: motivación o fuerza de voluntad?

El éxito en cualquier proyecto, ya sea laboral o personal, depende de varios factores. Dentro del grupo de los factores “controlables”, los más importantes son la motivación y la fuerza de voluntad. Aunque estos términos suelen utilizarse indistintamente, en realidad son conceptos diferentes que juegan roles muy diferentes en nuestra vida diaria. La motivación impulsa nuestros deseos y objetivos, mientras que la fuerza de voluntad es el poder mental que nos ayuda a mantener el curso, especialmente cuando perdemos motivación o las cosas se ponen difíciles. En este artículo, exploraremos las diferencias entre la motivación y la fuerza de voluntad, y cómo ambos interactúan en el contexto de las neurociencias para ayudarnos a alcanzar nuestras metas, o las de los equipos que gestionamos.

¿Qué es la Motivación?

La motivación es el impulso o deseo que nos lleva a actuar para alcanzar un objetivo. Es lo que nos hace sentir entusiasmados o emocionados por empezar un nuevo proyecto o trabajar hacia una meta. Existen 2 tipos principales de motivación:

  1. Motivación Intrínseca: Surge del interior, impulsada por el placer o la satisfacción personal de realizar una actividad. Por ejemplo, trabajar en un proyecto creativo simplemente porque disfrutas del proceso.

  2. Motivación Extrínseca: Proviene de factores externos, como recompensas materiales o reconocimiento. Un ejemplo es trabajar para obtener un ascenso o una compensación económica.

Neurociencia de la Motivación

A nivel cerebral, la motivación está profundamente vinculada con el sistema de recompensa, particularmente con el núcleo accumbens y el circuito dopaminérgico. Cuando anticipamos una recompensa (ya sea un logro o simplemente el placer de hacer algo que nos gusta), el cerebro libera dopamina que es un neurotransmisor que genera el deseo, un ansia y cierta sensación de placer; y que nos impulsa a la acción a la vez que refuerza el comportamiento motivado.

En el trabajo o en proyectos personales, la motivación es esencial para comenzar. Nos brinda la energía necesaria para dar el primer paso. Sin embargo, la motivación puede ser efímera, especialmente cuando las metas son de largo plazo, enfrentamos obstáculos o sencillamente perdemos interés.

LAS CAUSAS MÁS COMUNES POR LAS QUE PERDEMOS LA MOTIVACIÓN

  • Falta de claridad en los objetivos: Cuando no tenemos metas claras o específicas, es difícil mantenernos enfocados y motivados. Los objetivos vagos o imprecisos pueden generar incertidumbre y pérdida de interés.

  • Ausencia de progreso visible: Si no vemos avances tangibles en nuestro trabajo o proyecto, nuestra motivación puede disminuir. El cerebro responde positivamente a los pequeños logros, y la falta de ellos puede ser desalentadora.

  • Sobreestimación del tiempo y esfuerzo necesario: A menudo subestimamos el tiempo o esfuerzo que requiere una tarea, lo que genera frustración cuando no logramos los resultados esperados rápidamente.

  • Falta de recompensas inmediatas: Los seres humanos somos propensos a buscar gratificación instantánea. Si el trabajo o el proyecto no ofrece recompensas a corto plazo, podemos perder la motivación para seguir adelante.

  • Miedo al fracaso: El temor a no cumplir con las expectativas o cometer errores puede paralizarnos. Cuando el miedo al fracaso es más fuerte que la motivación para lograr un objetivo, tendemos a abandonar la tarea.

  • Monotonía o aburrimiento: Realizar tareas repetitivas o que no representan un desafío para nuestras habilidades puede generar desmotivación. El cerebro humano necesita variedad y estímulos para mantener el interés.

  • Exceso de multitarea: Intentar hacer demasiadas cosas a la vez puede fragmentar nuestra atención y dispersar nuestros recursos mentales, lo que disminuye la motivación en cada una de las tareas.

  • Falta de conexión emocional con el objetivo: Si no sentimos un vínculo emocional con la tarea o proyecto, o no lo consideramos significativo, será difícil mantener la motivación a largo plazo.

¿Qué es la Fuerza de Voluntad?

La fuerza de voluntad, por otro lado, es la capacidad mental de controlar impulsos y mantener el curso hacia un objetivo a largo plazo, incluso cuando las tentaciones o el cansancio intentan desviarnos. Es la fuerza que necesitamos cuando la motivación disminuye o cuando las cosas se ponen difíciles. Implica la capacidad de resistir gratificaciones inmediatas a favor de beneficios a largo plazo; es lo que los psicólogos llaman “tolerancia a la demora”.

Neurociencia de la Fuerza de Voluntad

La fuerza de voluntad está relacionada con la corteza prefrontal, que es la parte del cerebro responsable de funciones ejecutivas como la toma de decisiones, la planificación y el autocontrol. A diferencia del sistema dopaminérgico que impulsa la motivación, la corteza prefrontal actúa como un "director", ayudándonos a suprimir impulsos inmediatos y a tomar decisiones conscientes alineadas con nuestros objetivos a largo plazo.

Sin embargo, la fuerza de voluntad tiene sus límites. Estudios han demostrado que la fuerza de voluntad puede agotarse, un fenómeno conocido como agotamiento del ego. Es decir, cuanto más la usamos, más se reduce nuestra capacidad para resistir las tentaciones o seguir esforzándonos. En un entorno laboral o en un proyecto personal, depender únicamente de la fuerza de voluntad puede llevar al agotamiento mental, si no se refuerza adecuadamente con descansos o recompensas (que fortalecen la motivación).

¿Qué impacto tienen los pensamientos negativos y los juicios en nuestra motivación y fuerza de voluntad?

Los pensamientos negativos y los juicios son poderosos saboteadores de la motivación y la fuerza de voluntad, afectando profundamente nuestra capacidad para avanzar hacia nuestras metas. Algunas maneras de cómo nos afectan son:

a) El anticipar de un futuro pesimista, lo que nos lleva a la inacción.

b) El generar dudas sobre nuestras capacidades (síndrome del impostor), lo que nos desalienta a tomar riesgos y erosiona nuestra confianza y motivación.

c) El aumentar el nivel de estrés y ansiedad, lo que reduce nuestra capacidad de disfrutar y de encontrar soluciones creativas.

d) Incremento de la procastinación. Los juicios internos sobre lo difícil o tedioso de una tarea pueden hacer que la posterguemos, debilitando la fuerza de voluntad al convencernos de que no vale la pena el esfuerzo.

Cómo se Relacionan la Motivación y la Fuerza de Voluntad en el Trabajo o un Proyecto Personal

“Motivación para Empezar, Fuerza de voluntad para Perseverar”

La motivación es lo que inicia el proceso. Es la chispa que nos impulsa a empezar un proyecto, una nueva tarea en el trabajo o a asumir un reto personal. Sin embargo, la motivación suele ser fluctuante. Al principio de un proyecto, es común sentirse emocionado y lleno de energía, pero con el tiempo, cuando los obstáculos empiezan a surgir o las recompensas no son inmediatas, la motivación puede disminuir. Y eso es natural.

Aquí es donde entra en juego la fuerza de voluntad. Una vez que la motivación inicial ha pasado, necesitamos fuerza de voluntad para seguir avanzando, especialmente en los momentos difíciles. Por ejemplo, en un proyecto a largo plazo en el trabajo, la fuerza de voluntad es lo que te ayudará a cumplir con los hitos marcados y los entregables, a pesar del cansancio o las distracciones.

Entrenamiento de LA MOTIVACIÓN Y LA FUERZA DE VOLUNTAD

Afortunadamente, tanto la motivación como la fuerza de voluntad pueden entrenarse. A través de la neuroplasticidad, el cerebro es capaz de adaptarse y mejorar su capacidad de autocontrol con la práctica constante. Las técnicas de atención plena (mindfulness) y la práctica de hábitos positivos pueden fortalecer la corteza prefrontal, aumentando nuestra capacidad de resistir distracciones y enfocarnos en nuestras metas a largo plazo.

Un coach juega un papel esencial en este proceso, ayudándote a identificar y aplicar las técnicas más efectivas para entrenar estas habilidades. Te guía primero en reconectar con tus valores y tu propósito para encontrar la resonancia entre éstos y las metas que te has marcado. También te guía en el desarrollo de hábitos y rutinas que fortalezcan tu autocontrol (disciplina), y que se convierten en estructuras que te mantienen con constancia en el camino hacia tus metas. Al mismo tiempo que te enseña a reconocer y gestionar los pensamientos negativos o saboteadores que afectan tu motivación.

A través de sesiones personalizadas, un coach puede proporcionarte herramientas prácticas y un marco de responsabilidad, garantizando que mantengas la constancia necesaria para mejorar tu fuerza de voluntad. Además, te ayuda a establecer micro-recompensas, lo que activa los circuitos de la motivación y crea un ciclo positivo de progreso y satisfacción. Con el apoyo y acompañamiento de un coach, puedes mantener el impulso y la determinación necesarios para alcanzar tus metas, incluso cuando surjan desafíos.

Conclusión

La motivación y la fuerza de voluntad son dos fuerzas complementarias que, aunque distintas, trabajan juntas para ayudarnos a alcanzar el éxito en el trabajo y en nuestros proyectos personales. La motivación nos da el impulso inicial, mientras que la fuerza de voluntad nos mantiene en el camino cuando las cosas se ponen difíciles. Comprender las diferencias entre ambas, y saber cómo entrenarlas y utilizarlas de manera efectiva, es clave para lograr nuestras metas a largo plazo. Un coach puede ayudarnos a integrar estrategias que equilibren ambas, para superar los obstáculos y alcanzar el éxito con mayor facilidad.

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